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A Vueltas Con El Maridaje

Recientemente hemos hablado en este blog acerca del maridaje entre vinos y comida. Hoy vamos a profundizar un poco más en este debate.

Como ya comentamos, tradicionalmente se ha maridado el vino blanco con pescados y el vino tinto con platos de carne. Esto puede estar bien, y cuando queremos jugar sobre seguro, es lo mejor. No hay dudas y lo normal es que acertemos. Un plato de carne, con o sin salsa, va muy bien con un tinto por la carga tánica que este tipo de vino tiene, mientras que un plato de pescado irá muy bien con un vino blanco por su acidez y su frescura. Pero lo divertido a la hora de comer y beber es salirse un poco de los conceptos tradicionales. Os vamos a proponer un juego para practicar el maridaje y de paso comprobar qué maridaje nos gusta más.

Este juego tiene dos escenarios posibles. Uno será hacerlo en casa. Lo primero que vamos a hacer es abrir un vino blanco y un vino tinto. Después prepararemos una seria de platos de picoteo, no platos grandes sino platos con pequeñas porciones que nos permitan hacer varios y que además se compongan de diferentes sabores: diferentes salsas, diferentes tipos de queso, diferentes carnes o embutidos, latas de pescado, etc. Así, con cada plato probaremos los dos vinos viendo cual se adapta mejor a cada plato. De este modo, podemos analizar el comportamiento de cada vino: si se mantiene con cada plato, si el vino se pierde con los sabores del plato o si el vino queda por encima de los platos. Con este experimento nos daremos cuenta de qué gustos tenemos a la hora de combinar bebida y comida, lo que nos servirá en futuras ocasiones.

El segundo escenario es ir a un restaurante que tenga menú degustación (un menú compuesto por varios platos). O podemos pedir diferentes platos de la carta (por ejemplo, varios entrantes). Haremos como en casa: pedir dos vinos a la vez, blanco y tinto, y posteriormente ir probando vino y comida alternativamente. Una vez nos hagamos con los vinos, es más divertido probar la comida (olerla también vale) y pensar cual de los dos vinos puede ir mejor. Luego probamos el vino y comprobamos si hemos acertado, si el vino aguanta los sabores, etc.

De este modo tan sencillo y a la vez tan divertido, podremos hacernos una idea de cómo combinar mejor vino y comida. Y cuanto más practiquemos, más divertido y más entretenido. Al final, de lo que se trata cuando bebemos un vino es poder disfrutar de todo lo que hay alrededor: la compañía, la comida, etc.

Fotos (c) Julen Bergantiños, Restaurante Islares Norte Bilbao.

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