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El Invierno

Las semanas previas a la vendimia son la época en la que las vides tienen mayor carga de trabajo. En este periodo, las uvas pueden llegar a cuadruplicar su peso y el sistema interno de la planta se llena de nutrientes para favorecer su crecimiento. Así pues, toda la parte subterránea de la planta, y sobre todo sus vasos sanguíneos, están llenos de savia para completar este proceso. Por ello, cuando hacemos la vendimia es conveniente ser cuidadoso y no arrancar hojas ni ramas. ¿Cuál es el motivo para ello? Tenemos que permitir que la planta termine su ciclo vegetativo para así prepararse para el invierno.

Poco después de la vendimia, la savia que inunda la planta irá descendiendo hacia las raíces. Cuando se lleva a cabo este proceso podemos ver cómo las hojas van cambiando de color: el verde intenso de la vendimia irá tornando ocre, morado o marrón y posteriormente las hojas irán cayendo al suelo. Esta acumulación de polisacáridos en forma de savia en las raíces de la vid será lo que las permitirá tener las primeras reservas y tirar de ellas hasta primavera.

Una vez terminado el ciclo vegetativo de las vides llega el momento de la poda de invierno, que hablando en términos generales puede ser desde diciembre a principios de marzo en zonas con riesgo de heladas. Lógicamente, el momento en que comencemos a podar dependerá en primer lugar de la superficie de viñedo a podar y del personal del que dispongamos. También influyen las prácticas biodinámicas y los ciclos lunares que llevemos a cabo, ya que no es lo mismo podar durante todo el mes que sólo en la fase menguante de la luna, que es el mejor momento para hacerlo según los preceptos biodinámicos.

La poda parece algo sencillo de hacer: coger una tijera y cortar lo que ha crecido mucho. Muy al contrario, es un proceso delicado que hecho mal debilita y favorece enfermedades de madera y de fruto. Cada variedad de uva requiere una poda determinada, pues tenemos variedades que dan los mejores frutos en las primeras yemas y otras a partir de la cuarta o quinta yema, siendo la vid una liana con muchas posibilidades de acrotonía (siempre brotan las últimas yemas con mayor fuerza y vigor) y si no se controlase el crecimiento con la poda crecería de forma muy desordenada.

Lo mismo que según el tipo de sistema que empleemos en el viñedo: una vid en vaso se poda de una manera, una vid en espaldera se poda de otra; si vendimiamos a mano de una manera, si vendimiamos con máquina se poda de otra; si queremos mucho rendimiento se poda de una manera y si queremos poco rendimiento se poda de otra. La poda hará que la savia se reconduzca por la planta de otra manera y debemos saber de antemano cómo queremos que crezca la planta para la vendimia siguiente. Cada cosa que queramos hacer en el viñedo nos va a exigir podar de una manera determinada. Y, sobre todo, tenemos que mantener nuestras plantas sanas y fuertes, sin correr riesgos con ellas. Por todo ello es muy importante cada trabajo que hagamos en el viñedo, ya que de ello dependerá la calidad de los vinos que hagamos en el futuro y lo más importante: la pervivencia de nuestras vides.

Fomentamos la nueva corriente, que irremediablemente viene de nuestros antepasados de poda de respeto, dejando que la planta tenga vivas sus carreras verdes y sus caminos secos.

¿Interesante, verdad? En un próximo artículo de nuestro blog os lo contaremos detenidamente y os explicaremos por qué y para qué trabajamos así.

Foto (c) Malaparte Wines

 

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